martes, 28 de noviembre de 2017

(AMPL) COMENTARIO DE TEXTO

Joven, y para colmo, mujer

Cristina Guallar, de 28 años, llamó a sus amigos hace unas semanas para contarles una gran noticia: le habían hecho un contrato indefinido en su empresa. Lo celebró porque se sintió afortunada: se acabaron los contratos temporales. El sueldo, sin embargo, será el mismo: unos 780 euros al mes. Es auxiliar de clínica y trabaja cuidando ancianos en un centro de día de Valencia. No se siente especialmente desgraciada si mira a su alrededor. «Es el sueldo que marca el convenio», dice resignada. Eso, apunta su compañera Cristina Vadillo, de 30 años, es lo más duro: cobran poco porque es a lo que cotiza su trabajo hoy en día y es, posiblemente, poco menos de lo que valdrá en 10 o 20 años si no cambian las cosas.

El cuidado de ancianos entra dentro de la categoría de trabajo con mayoría de mano de obra femenina, y dichos empleos (atención de personas, hostelería, comercio...) tienen tradicionalmente remuneraciones más bajas. En general las españolas cobran por hora, de media, un 16 % menos que los hombres según datos de Eurostat y un 22 % menos si se acuden a las cifras del Instituto Nacional de Estadística. Los salarios más bajos en ciertos sectores y la permanencia de algunos roles tradicionales (que hacen que persista la idea de que, por ejemplo, las labores del hogar son cosas de mujeres) no ayudan a que la brecha laboral se cierre. En los grupos de mayor edad, de hecho, se dilata más y más. Si en un momento de la vida es necesario que un miembro de una pareja renuncie a parte de su jornada o al puesto de trabajo, ¿quién lo hará? Más allá de las decisiones personales, quien cobre menos o tenga menos posibilidades de progresar en su carrera tendrá más puntos.

 Si son madres, quizá necesiten una pausa. Y al regresar al mercado laboral habrán perdido antigüedad. Peor aún: habrán perdido continuidad en el desarrollo de su carrera. El hecho de que el cuidado de los hijos siga recayendo fundamentalmente en la mujer hace que al regreso muchas necesiten un horario que les permita conciliar trabajo y hogar. Y los puestos de responsabilidad pasarán de largo. O quizá nunca vivan ni la primera ni la segunda situación, pero sus jefes piensen que algún día lo harán, y ello hará que elijan a un hombre para el puesto, con el fin de ahorrarse inconvenientes futuros.

http:/ /elpais.com/politica/2012/03/16/nimileurista/1331933350_454291.html

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